jueves, 31 de enero de 2019


El dolor de los demás o la honestidad del autor.

Ficha técnica.

Autor: Miguel Ángel Hernández. (Murcia 1977)

Editorial: Anagrama. 305 páginas.

Sinopsis: Año 1995. Es Nochebuena en la huerta murciana, donde vive el autor, apenas un adolescente. La hija de sus vecinos aparece asesinada en su propia casa. Posteriormente, el hermano y amigo del autor, aparece sin vida tras haberse tirado por un barranco. La investigación concluye que fue el hermano quien asesinó a la hermana, para, posteriormente, quitarse la vida. La causa nunca llegó a desvelarse.

            Veinte años después, el autor regresa a la huerta para narrar aquel episodio de su pasado. Hacerlo significa sumergirse en recuerdos agradables y en otros dolorosos que ahora cobran nuevo sentido con la mirada del presente. A lo largo de la narración, el autor se cuestionará su derecho a inmiscuirse en el dolor de otras personas.

            Hermosa y nostálgica reconstrucción de una parte de la historia de nuestro país en los años noventa, que constituye una conmovedora reflexión acerca de la razón de escribir y los límites para hacerlo.

Comentario personal:

            Demasiado acostumbrados a artificios literarios que introducen al lector en un espectáculo que –con frecuencia, no lo conduce a ninguna parte y, demasiado a menudo, no lo pone ante sí mismo–, “El dolor de los demás” es un relato de la vida real; un corto en el que seguimos al autor por un episodio doloroso de su adolescencia, que decide abrir en la edad adulta.

            Miguel Ángel Hernández quiere contar su dolor y acaba contando el dolor de los demás, obligado a enfrentarse a él para exponer la historia, partiendo de la huella que un crimen del pasado dejó en él, introduciéndose en el modo en el que lo vivió, descubre el dolor de los demás, la extraña comunidad que crea el dolor entre seres humanos.

            Cuando una relato comienza anunciando su contenido “esto es lo que voy a contar, y ya está, no hay más”, debemos sospechar que va a llevarnos mucho más lejos de lo que anuncia. Esa franqueza de la primera afirmación esconde un viaje hacia adentro, descarnado, cándido y amargo. Realizarlo es un imperativo para poner el pasado en su sitio, los recuerdos y los afectos truncados; pero, al mismo tiempo, irremediablemente, es una invasión del pasado de los demás, del tiempo y las experiencias compartidas.

El autor nos dibuja un retrato de la España de los años noventa, con la autenticidad de sus pueblos y el anonimato de sus ciudades, completando una narración conmovedora y sincera.

 

lunes, 14 de enero de 2019

TÚ TE QUEDAS AQUÍ


       Tras la valla del colegio, un grupo de niños mira a los transeúntes. Es una zona urbana residencial y, a esa hora, caminan con el carro de la compra o con el periódico bajo el brazo. Los seres humanos siempre nos movemos como si la vida fuera un inmenso aeropuerto; arrastramos los pies hacia allá o hacia acá con desgana o desilusión, hasta que el sonido de una voz por los altavoces nos obliga a reaccionar.

         Uno de los niños extiende los dedos entre los huecos que deja la malla de alambre. Es una mano inocente que pide. Da igual qué cosa sea, provoca en mí una sensación de desamparo de la que no sé salir. Siempre he pensado que cuando nuestra madre nos deja por primera vez en la escuela, dibuja para siempre esa intensa emoción de abandono que nos acompañará toda la vida y que se repetirá cada vez que no seamos aceptados o elegidos, ya sea en una oposición o en un baile.

         Por eso ahora, que te dejo en tu silla de ruedas en esta inmensa sala, y me dices que quieres marcharte conmigo, reprimo las lágrimas al responderte: “Tú te quedas aquí”.