martes, 15 de diciembre de 2020


 EL ESPÍA Y LA ADOLESCENCIA.

Tenía yo catorce años cuando gané un premio literario escolar, que consistía en un lote de libros. Entre Machado, Gloria Fuertes, Juan Ramón Jiménez y algunos otros que integran lo más entrañable de mi modesta biblioteca, emergió este desconocido, audaz, elegante, sensible y con buen humor.

Le Carré me condujo por un laberinto de calles, de emociones y de pensamientos que, a mi edad, comenzaba a descubrir. Era el tránsito de la infancia a la adolescencia, la definición de gustos e inclinaciones, el dictado de los progenitores y la rebeldía…; la rueda de la vida, girando incansablemente. La mano de Le Carré alentó el espíritu aventurero que nadie hubiese presupuesto en mí y abrió un mundo de lecturas que vendrían a continuación y que no estaban entre las “establecidas”.

¿Alguien podría imaginar un desafío mayor que leer un libro que no parece pensado para ti?

 

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