miércoles, 7 de abril de 2021


 PRESUMIR DE ABRIL

El ser humano presume, da igual el motivo. Así que los nacidos en abril, diremos sin asomo de vergüenza que no hay comparación entre una tarde de cualquier otro mes y una de abril. Las tardes de abril no se recogen, ni se avergüenzan de ser más largas; abril callejea por las habitaciones, las recorre y se aventura por los ventanales y los patios, sin atreverse aún con las azoteas, que son un desafío más propio de mayo. Abril se enseñorea en la casa, alargando la luz, los brotes y las conversaciones lánguidas y hace soñar al corazón con una eternidad que es cierta solo un momento, lo suficiente para soñarla siempre. Abril se detiene en los jazmines del balcón; conserva memoria de incienso y silencio, aunque aspire a guitarra y jarana. Una sola tarde de abril contiene toda la esperanza de la tierra y, al mismo tiempo, la melancolía juanramoniana.

Presumir de abril es una forma como otra cualquiera de amar la vida por encima de la certeza de la muerte.

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