LAS MUJERES DE MI VIDA.
Ha habido muchas mujeres en mi vida. Obedientes, transgresoras, resignadas..., todas ellas fuertes y, especialmente, conscientes del papel que les tocó. Aunque esto no parezca importante, conviene no andar a ciegas por la vida y vislumbrar con toda humildad que somos una pieza (una sola, ni más ni menos) en el enorme puzle universal.
Todas ellas, tejieron una urdimbre sobre la que avanzamos la siguiente generación familiar y constituyeron un ejemplo de resiliencia.
Mujeres que ayudaban a dar a luz, que consolaban y cuidaban; mujeres que compartían saberes sobre cómo tratar una enfermedad, las palabras adecuadas para ahuyentar el mal de amores y, sobre todo, la necesidad de silencio para las penas del alma. Mujeres que entendieron que, para las jóvenes de la familia, el estudio y la lectura era la puerta a un nuevo tiempo, y las ayudaron a asumir la libertad de las que ellas se vieron privadas.
Las mujeres de mi vida siempre han hablado el lenguaje de las plantas: raíces fuertes sobre una tierra enriquecida con tesón y hojas bañadas de luz.
(Imagen de René Snyman)
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