lunes, 10 de septiembre de 2018

NADA ES IGUAL

Nada es igual que en la infancia; no hay comienzo verdadero si los ojos no son niños, si no saben contemplar con inocencia.
Hoy es un día de reencuentros, de mucho sueño, pero, sobre todo de ilusión. ¡Pobres!, no saben que cargan ya en sus mochilas el peso que los adultos les vamos a ir anticipando: los madrugones, los desayunos apresurados, las obligaciones, en suma; ese terreno que abona culpas y rutinas amargas. Todo llegará, porque también esa semilla hemos puesto en ellos. Mientras tanto, les vemos sonrientes, recién peinados (como van a estar cada mañana durante los próximos meses), atesorando los olores de libros, gomas y cartucheras, ese que ya nunca se irá de su memoria, el que siempre les devolverá a la puerta de la escuela, una y otra vez, por más años que vayan cumpliendo.
Son felices en un mundo que teoriza sobre la felicidad y hace todo lo posible por volverla inalcanzable y ese reducto les pertenece. Lo sabemos y aún lo respetamos, no sé por cuanto tiempo, porque en la infancia hay pobreza. Muchos niños no comenzarán el curso hoy o lo harán en pésimas condiciones, sin desayuno, ni mochila. Ellos guardarán un recuerdo menos grato, pero ese serán el que tengan toda la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario