jueves, 29 de abril de 2021

LLÉVAME A CASA. Jesús Carrasco. (Edit. Seix Barral)

 En su tercera novela, Jesús Carrasco construye una trama aparentemente sencilla, basada en acontecimientos cotidianos, con los que el lector puede identificarse fácilmente. 

Juan regresa desde Edimburgo al pueblo de Cruces, con motivo del entierro de su padre. Aunque la intención es volver a su vida en el plazo de una semana, la obligación de cuidar a su madre con alzhéimer, acabará reteniéndolo. Durante ese tiempo, a medida que va asumiendo el cuidado que la mujer requiere, se replanteará la mala relación con su hermana, el desapego hacia sus padres, el distanciamiento de viejas amistades y el desapego de la vida que había llevado en el pueblo, antes de marcharse al extranjero.

Es una novela sobre los cuidados, los que recibimos sin llegar a agradecerlos nunca, y los que dispensamos, más por obligación que por afecto. Cuidados que no siempre son asumidos por igual dentro de las familias. Con una narración precisa, contenida y muy esmerada, el autor nos dibuja la necesidad de salir de la vida en un pueblo pequeño, bajo la mirada atenta de todos, hacia una más despreocupada y libre en otro país. Allí va a buscarse el protagonista y, sin embargo, no se encuentra hasta que no vuelve a la casa donde creció, a la misma habitación llena de trofeos infantiles, las macetas que cuidaba su madre, el hule gastado de la mesa de la cocina y el viejo Renault 4. Solo en ese ambiente reflexionará sobre la dificultad de expresar sentimientos, que acabaron enredados en malentendidos, el peso de las cadenas familiares y la existencia de un código de comunicación ancestral, que nos conecta con el lugar de nuestra infancia y con las personas que nos cuidaron.

También me parece una novela de regresos: a la vida rural, a la madre y a la hermana, a las necesidades de los que amamos por encima de las nuestras, y, especialmente, es una novela del vínculo con nosotros mismos y con lo que fuimos, que se mantiene, a pesar de la enfermedad.

miércoles, 7 de abril de 2021


 PRESUMIR DE ABRIL

El ser humano presume, da igual el motivo. Así que los nacidos en abril, diremos sin asomo de vergüenza que no hay comparación entre una tarde de cualquier otro mes y una de abril. Las tardes de abril no se recogen, ni se avergüenzan de ser más largas; abril callejea por las habitaciones, las recorre y se aventura por los ventanales y los patios, sin atreverse aún con las azoteas, que son un desafío más propio de mayo. Abril se enseñorea en la casa, alargando la luz, los brotes y las conversaciones lánguidas y hace soñar al corazón con una eternidad que es cierta solo un momento, lo suficiente para soñarla siempre. Abril se detiene en los jazmines del balcón; conserva memoria de incienso y silencio, aunque aspire a guitarra y jarana. Una sola tarde de abril contiene toda la esperanza de la tierra y, al mismo tiempo, la melancolía juanramoniana.

Presumir de abril es una forma como otra cualquiera de amar la vida por encima de la certeza de la muerte.