viernes, 13 de julio de 2018

UNA MADRE DE PELÍCULA

La voz de mi hijo se entrecortaba; de fondo se oía el viento soplar. Lo imaginé a la intemperie durante una noche desapacible y se me encogió el corazón. No era para esto para lo que había ido a estudiar al extranjero. No pude entender nada de lo que me dijo, por más que lo repasé una y otra vez después de que la comunicación se hubiese cortado. Preocupada, volví a mirar la fotografía que mi hijo menor me había mostrado de su hermano en las redes sociales, realizada en estos días; pero no parecía él. Todo estaba fuera de lugar en mi mente y, lo peor era que la prensa hablaba de tragedias en las que se veían envueltos jóvenes que se hallaban fuera de sus casas. Eso no ayudaba, como tampoco lo hacía el que personas de nuestro alrededor no dejasen de insinuarnos que habíamos cometido una locura dejándolo marchar a aquel curso de verano. Me decía a mí misma que era un país de la Unión Europea, que no estaba en una zona de conflicto...; pero volvía a la falta de noticias y a la llamada y todo me parecían malos presagios. La cabeza me daba vueltas.

-Mamá, mamá -noté que me sacudían ligeramente.
-¿Pablo? Pero...¿tú no estabas en Grecia? -sentía como si hubiese salido de una pesadilla interminable.
Me miró con condescendencia; no es ya que se hacía un adulto, es que me veía mayor y se sentía obligado a dejar de protestar por las cosas que yo hacía, para intentar comprenderlas.
-Si no te espabilas, no llegamos a tiempo al aeropuerto -sonreía.
-Pero...-me daba vergüenza confesar todo lo que mi cabeza había llegado a construir-, tuvimos que llamar a la embajada, no sabíamos nada de ti...
Se acercó y me miró fijamente, evaluando los estragos que aquel mal sueño había dejado en mi cerebro.
-Estaré bien, no te preocupes. Todas esas ideas que hay en tu cabeza vienen de esas películas de Liam Neeson que tanto te gusta ver.
La frase resonaba en mi cabeza cuando lo vi embarcar esa madrugada.
FIN

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