PERLAS, LÁGRIMAS Y EL VIENTO DE LEVANTE
A quienes nos gusta
escribir, sabemos que en la labor de documentación previa, para bien o para
mal, se acaban encontrando datos, testimonios e imágenes inesperados. Y,
entonces, todo gira en sentido inverso al que deseábamos. Podría decirse la
repetida frase de que “la realidad supera a la ficción” o que es la vida
imponiéndose a nuestros planes.
A veces, es una perla;
alguien capaz de hacer verosímil el personaje que bullía en nuestra cabeza, un
lugar o una anécdota poco conocidos. En ocasiones, son lágrimas, tragedias que
nos llevan a considerar si es preferible cerrar el expediente y dejar el dolor
en la más absoluta intimidad de quienes lo sufren.
Estas reflexiones me
asaltaron cuando me documentaba para mi novela más reciente, “Viento de
levante” (Peripecias Libros, 2022) y encontré esta triste noticia:
“Este jueves 21 de julio se cumplen 50 años del
trágico accidente ferroviario entre las localidades de El Cuervo y Lebrija”
“Por este motivo la
Diputación de Cádiz, a través de su Servicio de Producciones Audiovisuales ha
realizado un documental en el que profundiza en lo ocurrido hace 50 años. Este
documental, que lleva por título ‘El llanto de El Cuervo’.
Se representó ante mí cada vida, las que se truncaron
definitivamente y las que quedaron marcadas para siempre. De alguna manera, ese
dolor de los demás llegó como una
constatación de que la existencia cotidiana de la que, a veces, nos quejamos,
es el bien más preciado.
Guardé todo el material y continué mi tarea, sabiendo que,
aunque no fuese mi intención, ni el argumento de la novela, el eco de esa pena
iba a impregnarlo, a dejar una huella indeleble. Al fin y al cabo, escribir es
dar vida a los recuerdos; quien escribe puede tener el afán de que no mueran
del todo los seres que amamos. En mi caso, que el Viento de levante no haga parecer ajeno lo que es humano.