martes, 4 de octubre de 2022

 

CUANDO EL LOCO ME INVITABA A SU COLINA

 Era yo muy joven y, a menudo, andaba  preocupada por si la guerra fría acababa de calentarse, por si el mundo no tenía nada más que ofrecer que el hambre y la decepción que habían llovido siempre.

Aquel buenas noches, seco, que sugería la entrada a la madrugada, la voz llena de silencios y el humo de un cigarrillo interminable, me enseñaron que todos los imperios se terminan y comienza una esperanza, que acaba germinando por poco que dure; que la pasión es el único motor posible y, sobre todo, que la noche vista desde una colina es el mejor espectáculo del que podemos disfrutar los seres humanos.

Descansa en paz, Loco. Seguiremos guardando tu colina.