CUANDO
EL LOCO ME INVITABA A SU COLINA
Aquel buenas noches, seco, que sugería la entrada a la madrugada, la voz
llena de silencios y el humo de un cigarrillo interminable, me enseñaron que
todos los imperios se terminan y comienza una esperanza, que acaba germinando por
poco que dure; que la pasión es el único motor posible y, sobre todo, que la
noche vista desde una colina es el mejor espectáculo del que podemos disfrutar
los seres humanos.
Descansa en paz, Loco.
Seguiremos guardando tu colina.