TIEMPO
DE AMOR
Afuera arrecia el viento y las hojas alfombran las
calles, incomodando a los escasos transeúntes. La radio habla sin cesar de
inestabilidad en cualquier parte del mundo y los datos de las economías domésticas
siguen siendo desalentadores. Todo se parece bastante a un túnel que nunca se
acaba, desde el que, de vez en cuando, se divisa una luz. A veces, se aproxima,
y es alguien con una sonrisa o una palabra amable.
Todo se construye desde el corazón. “Si no tengo amor, no
soy nada”, que decía San Pablo. El cimiento más firme es el amor, pero lo hemos
convertido en un guinda, algo que corona, que adorna; un buen reclamo comercial
para un tiempo de miedo e incertidumbre, en el que se espera que nos aferremos
a lo que podemos comprar, en lugar de cultivar lo que hay en nuestro interior.
El camino está lleno de distracciones que se confunden
con la vida, convertida en una interminable calle peatonal, llena de
escaparates luminosos, cuyas exhibiciones mudan cada mes, cada temporada, cada
fecha señalada. Importa mucho más quién nos acompañe y nos tome de la mano con
el corazón.