lunes, 10 de diciembre de 2018


NO VUELVAS A CASA POR NAVIDAD

       De entre los muchos anuncios, mensajes y memes que recibimos en estas fechas, quiero destacar tres: con la imagen del personaje de una conocida serie, se nos advierte de que estemos preparados para la avalancha de mensajes con los buenos deseos de personas que no se acuerdan de nosotros en todo el año. En otro, se nos hace ver el poco tiempo que dedicamos a nuestros seres queridos, que, calculado con frialdad provoca lágrimas. En tercer lugar, hay uno que nos muestra qué poco sabemos los unos de los otros.
     Sin embargo, es a la Navidad, como tiempo de encuentro y de celebración, al período del año al que más atención se le presta. Es en él cuando esperamos que regresen los familiares que están lejos, cuando preparamos la casa y nos acordamos de ese detalle que tanto gusta a nuestros seres queridos. ¿Qué está ocurriendo, entonces?
     En primer lugar, el consumismo pervierte nuestros buenos deseos, porque acaba confundiéndolos con un menú concertado, un regalo bien envuelto y ese traje que hace un año que no te pones; desde la última Navidad, precisamente. Hemos convertido esta época en una carrera de fondo para llegar a muchas mesas en las que ni se departe ni se comparte, sino que se come, uniendo nuestra insatisfacción a la de aquellos que nos rodean. No sé si es triste o grotesco; pero debería tener remedio.
   No vuelvas a casa (no llames, no pongas mensajes, no regales...) por Navidad, sino porque lo desees. Y aprende a desear las cosas desde el corazón, no desde la imagen de una campaña publicitaria.