lunes, 22 de octubre de 2018

NO ES RENTABLE, YA LO SÉ

 


            A la mayoría de las demandas ciudadanas el político responde con una proposición de ley (que luego se apruebe y cuál sea su contenido específico es otra cosa). Las más reclamadas son las leyes de orden penal, aquellas que se aplican cuando el comportamiento reprobable ya se ha cometido y poco o nada pueden hacer estas normas para evitarlo; sin olvidar, que el Derecho Penal debe ser el último recurso para intervenir.
         Con una ley parece que todo el mundo queda satisfecho, pero, a menudo, el problema no se resuelve. Una ley no puede cambiar mentalidades y, según vemos a diario, ni siquiera la posibilidad de ser sancionados disuade a muchos de cometer infracciones.
      Hace falta un compromiso serio con el bien común, convertir en valores ineludibles el respeto, así como la protección y ayuda al más débil, porque la sociedad en la que vivimos convierte en más fuerte a quien más poder tiene (económico, político, militar, etc.), y, de un modo u otro, todos llegamos a sentirnos oprimidos en alguna ocasión.
            El sentido común y la educación en valores morales libran un dura batalla con la demagogia y la rentabilidad que se exige a cada ciudadano, convertido en consumidor antes que en ser humano; pero, por más que suene grandilocuente, está en juego la subsistencia del planeta y de todas las especies que habitamos en él.  Aprender a conservarlo y cuidarlo no se ajusta a las leyes del mercado, lo sé, pero es nuestro deber.