A la mayoría de las demandas ciudadanas el político responde con una proposición de ley (que luego se apruebe y cuál sea su contenido específico es otra cosa). Las más reclamadas son las leyes de orden penal, aquellas que se aplican cuando el comportamiento reprobable ya se ha cometido y poco o nada pueden hacer estas normas para evitarlo; sin olvidar, que el Derecho Penal debe ser el último recurso para intervenir.
El sentido común y la educación en valores morales libran un dura batalla con la demagogia y la rentabilidad que se exige a cada ciudadano, convertido en consumidor antes que en ser humano; pero, por más que suene grandilocuente, está en juego la subsistencia del planeta y de todas las especies que habitamos en él. Aprender a conservarlo y cuidarlo no se ajusta a las leyes del mercado, lo sé, pero es nuestro deber.